Poemas

¡Que llueva! ¡Que la vida vuelva!

Mar azul del cielo
nuestros ojos están en ti,
que se llene de nubes negras
que el llanto de la Tierra
en lluvia la devuelvan.
¡Remoja! ¡Remoja! Gritan las aves con su canto
abriendo sus alas queriendo atrapar la vida.
El oso, el tigre, el kapibara respiran con dolor,
los bosques son ceniza,
la Tierra se termina de quemar.

Madre lluvia, lluvia buena
deja tus chorros caer,
el agua de la lluvia es vida
el agua pura es vigor
la madre tierra con su amor
de las cenizas se levante
que su aliento verde impregne
¡Que a la tierra la vida vuelva!

Barrosa Barroca

Dicen que mi tío Lolo Fernández
A mi papá
Le había dicho:
‘Oye Epifanio,
te vendo esa mi vaca amarrilla,
a la que llaman Barrosa’

Cuando ya estaban hablando del precio
Mi mamita le había dicho a mi padre:
‘la vaca está hueso y pellejo
no pagues mucho’

Tiempo después mi papá se quedó
En alguna puna incógnita

Y ya en Huachipa
Cuando tomaba a veces
mi tío empezaba a pelear con mi mamita
diciéndole:
‘eres mala
no me pagaste el precio de mi vaca’

Mi mamita no contestaba nada

Mucho tiempo después
Para que no se peleen entre hermanos

La Barrosita se desbarrancó en Huaracco

Entonces mi bisabuela mamá Felico
En Condorchallay de Aymaraes

Nos mandó toda la carne
medio olorosita
Y con sus gusanitos

Limpiamos los gusanos
E hicimos charqui

Y mi mamita
Preparó una sopita de maíz
Y un olluquito con charqui

Y le hizo comer a mi tío
Hasta que se llene
Y se le hinche la panza como obispo

Y dijo que nunca más
Le volviera a hablar de la Barrosa

Pasado el tiempo

Cada vez que hablan de la poesía barroca
–Bastantísimo de todas maneras fíjate–
Me acuerdo de mi Barrosita

Será porque en los nuyures no hay charqui
Ni cochayuyo
Y en el feis sólo escucho el waka taki
la Huaca es poesía.

Mi tío torero poeta era
Y mi vaquita Barrosa tal vez literata

Caminante

Así, en mis andanzas
extenuado…
De pronto
comprendí que estaba solo.
Desarraigado de mi pueblo
de mi familia
de mi lengua primordial.

“El universo puede transmutarse
en nuestro adversario
si desaparece todo aquello que conocemos” me digo.

Entonces una voz apacible
me hace ver un tibio refugio cóncavo…
Dice allí, yo podría,
hacer descansar mis fatigas.

El amor de una mujer

Mi amado está llegando
para él me engalanaré
con mi blanca enagua
mi pollera colorada
mi manta verde
y mis trenzas negras.

¡Mírame! ¡Mírame!
dando vueltas como una rueca,
como un pimpollo en flor
me estoy adornando
para ti mi amor.

¡Cuidado amor mío me estés engañando!
¡Cuidado amor mío me hagas llorar!
No vayas mi corazón a lastimar
No vayas mi boca a envenenar
¡Mírame! ¡Mírame! contenta estoy
Mi amor para siempre te lo doy.

El sueño del migrante

El extranjero te permite ser tú mismo al hacer de ti un extranjero.
Edmond Jabès

Migrar hacia un pueblo desconocido
es sostenerse de otra lengua
nacer de nuevo y balbucear.
Es aferrarse, aún más, a tu lengua primordial
a la pequeña patria que en ti palpita.

“Cuando la noche obnubila mi razón
todo se enreda
como si yo fuera tú
como si tú fueras yo.”

Luego con tus manos sirvo
y con mis manos recibes.
Una sola tristeza un único sonrojo una sola persona.
Entonces nos entregamos al canto:
“Oh vida, vida mía
Oh suerte, suerte mía…
Como el vasito de cristal
una sola vida…
Como el vasito de cristal
una sola suerte…”

En sueño

En la puerta de la fría choza,
mientras comía un pan desabrido
he recordado
el más inquietante sueño de mi infancia:
“Río… cual blanca espuma tuya,
girando y girando
quisiera marcharme contigo…
Viento… cual ennegrecido alambre
silbando y silbando
quisiera extraviar mis huellas…”

“Beee! Beeee! Beeee!”

Huérfana mía, ovejita mía:
Nunca presagiamos
esta orfandad.
Ven, acércate,
tal vez tu presencia endulce este pan.

“Beee! Beeee! Beeee!”

Huérfana mía, ovejita mía:
Hoy se ha endurecido
el corazón de mi tamborín…
Y hasta en los cerros distantes
el llanto de caminos nevados.

Hijo del Amaru

Se inmutaron las montañas
cuando el universo tembló,
haciendo estallar su grito
arribó el indómito Qorilazo,
como el legendario Anqoayllu
abrió el pecho del ocaso
y como el águila sideral
rompió los silencios del pajonal.

Se puso de pie la multitud
cuando llegó el hijo del Amaru,
Walaycho entró a la plaza
con su poncho rojo “lechucero”,
como queriendo beber su sangre
jugueteó con el Mishito
y como insinuando conocer la muerte
apareció en las astas del toro.

Repicó y repicó la María Angola
evocando ayatakis fúnebres
y la muchedumbre reunida
imploraba al Apu Qaqansa
¡No mueras Qorilazo hermanoooooo…!
¡Viva Pancho Gómez Negróonnn….!;
en ese momento reventó el rayo
Walaycho se levantó y muy valiente
puños en alto, saludó a los chumbivilcanos.

¿Donde anduviste Qorilazo
mientras el wayanay desplegaba su vuelo?
¿platicabas con el tayta Inti
o secabas los sollozos de la Luna?
desde que partiste hermano
estamos aquí, junto a nuestro pueblo
haciendo crecer la furia
hasta que raye la aurora.