Olivia Reginaldo
Olivia Reginaldo nació en Huancavelica, Perú. Es licenciada en Literatura por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Trabaja en la difusión del idioma quechua, como editora de la revista Atuqpa Chupan, donde también escribe. Ha trabajado en la Universidad Antonio Ruíz de Montoya y otros centros educativos como docente de idiomas (quechua, español, inglés, francés) y de Literatura, así como en el campo de la traducción. Ha publicado algunos artículos y poesía en diversas revistas. Por su interés en el contacto de lenguas y culturas, actualmente viene realizando estudios de posgrado en “Plurilinguismo e interculturalidad” en la Universidad de Estrasburgo, Francia.
Otras obras del autor/a
Caminante
Así, en mis andanzas
extenuado…
De pronto
comprendí que estaba solo.
Desarraigado de mi pueblo
de mi familia
de mi lengua primordial.
“El universo puede transmutarse
en nuestro adversario
si desaparece todo aquello que conocemos” me digo.
Entonces una voz apacible
me hace ver un tibio refugio cóncavo…
Dice allí, yo podría,
hacer descansar mis fatigas.
El sueño del migrante
Migrar hacia un pueblo desconocido
es sostenerse de otra lengua
nacer de nuevo y balbucear.
Es aferrarse, aún más, a tu lengua primordial
a la pequeña patria que en ti palpita.
“Cuando la noche obnubila mi razón
todo se enreda
como si yo fuera tú
como si tú fueras yo.”
Luego con tus manos sirvo
y con mis manos recibes.
Una sola tristeza un único sonrojo una sola persona.
Entonces nos entregamos al canto:
“Oh vida, vida mía
Oh suerte, suerte mía…
Como el vasito de cristal
una sola vida…
Como el vasito de cristal
una sola suerte…”
Pastor
Tú no ves más que doscientos animales idénticos.
Yo conozco inclusive sus maneras de reírse.
Sí, se ríen.
Entrelazan sus pescuezos con el viento y danzan.
En las inhóspitas y desoladas montañas
en los caminos silenciosos y foscos
cotidianamente juntos caminamos
a veces ellos, a veces yo, lideramos la marcha.
Como los cánticos dolientes de Sebastián Bach
se dispersan…
Unas veces raudos y otras, calmos
hasta que sobre nosotros desciende la noche.
Cuando llegue el día establecido
a la madre tierra expresaré mis reconocimientos
a mi animalillo, mis gratitudes
y lo degollaré.
No desperdiciaré, una gota de su sangre…
Tan solo nosotros conocemos este mandato recíproco.
Tan solo nosotros sabemos quiénes somos
y aunque lloremos con esto, nos regocijamos un poco.
En las silenciosas dehesas,
yo soy el pastor.
Qichqa
Kanmi huk pata
chaymantam kawsay qawachikun.
Manam chayqa kuchupichu, altupim.
Chaypim tupan llapa ima riqsisqanchik
ima musyasqanchikpas.
Sutinmi qichqa.
Chaypim yachaqkuna
yuyay maskaqkunapas
sayanku.
Chaypim chiqaq tarikun.
Chaymantam quchapas qucha
chaymantam urqupas urqu
chaypipunim pachapas pacha.
Simi
Mis palabras no pueden superar las cosas que haces
mi ociosa lengua
escribe para la extinción
Mis palabras no pueden contener lo que eres
temblor de espinas
lo absoluto no existe
Mis palabras son incapaces de alcanzar tu partida
convocar mi dolencia
decir fuego
Iskay Qucha
Huk wachwa urqumanta pawan
yanantin.
Sunquypiñataq, lasta.
Iskay wachwam
qucha ukunpi.
Musquyniypiñataq:
“atiparuwankum”
qillqaykunki.
Wachwakuna uñankunata
rapran ukunpi apanku,
pakaspalla.
Qillqanayawanmanñachus?
Hukmanyasqa wayrata musyaspa
yuraq-yanalla
pawaykachankunku.
Kay law qucha patanpiñataq
harawiykunallaña,
yupinkunahinas
allimanta
chin kan qa.