Tú no ves más que doscientos animales idénticos.
Yo conozco inclusive sus maneras de reírse.
Sí, se ríen.
Entrelazan sus pescuezos con el viento y danzan.
En las inhóspitas y desoladas montañas
en los caminos silenciosos y foscos
cotidianamente juntos caminamos
a veces ellos, a veces yo, lideramos la marcha.
Como los cánticos dolientes de Sebastián Bach
se dispersan…
Unas veces raudos y otras, calmos
hasta que sobre nosotros desciende la noche.
Cuando llegue el día establecido
a la madre tierra expresaré mis reconocimientos
a mi animalillo, mis gratitudes
y lo degollaré.
No desperdiciaré, una gota de su sangre…
Tan solo nosotros conocemos este mandato recíproco.
Tan solo nosotros sabemos quiénes somos
y aunque lloremos con esto, nos regocijamos un poco.
En las silenciosas dehesas,
yo soy el pastor.