En sueño
En la puerta de la fría choza,
mientras comía un pan desabrido
he recordado
el más inquietante sueño de mi infancia:
“Río… cual blanca espuma tuya,
girando y girando
quisiera marcharme contigo…
Viento… cual ennegrecido alambre
silbando y silbando
quisiera extraviar mis huellas…”
“Beee! Beeee! Beeee!”
Huérfana mía, ovejita mía:
Nunca presagiamos
esta orfandad.
Ven, acércate,
tal vez tu presencia endulce este pan.
“Beee! Beeee! Beeee!”
Huérfana mía, ovejita mía:
Hoy se ha endurecido
el corazón de mi tamborín…
Y hasta en los cerros distantes
el llanto de caminos nevados.