Ayacucho

Chocita

Pequeñita
la puerta de mi choza
donde cabe
solo un suspiro
que despacito entra
con los brazos extendidos
para besar el amor
que en la tullpa espera

Encenderemos
nuestros fuegos
Los humos
confundidos
con la noche
ambularán
en secreto

No nos descubrirán

Al abrirse la luna
habremos apagado
el dolor de volver
Quién sabe
será la última vez.

Tus latidos
se recogerán
en mi pecho
Al amanecer
escalaré la partida

Ojalá
pueda volver.

Hoja desprendida

En los amarillos del
ocaso donde muere el
día encargué al viento
que guarde tu nombre
hasta mi retorno

Escarbé a ciegas
obscuros caminos
buscándote.
Luciérnagas
gritándome
No lo vi pasar
nunca lo vi.

Sobre praderas
desnudas de viajante
peregrino
mis castigados
andares cayeron
en el espanto

Angustias
interminables
opacaron mis débiles
fuerzas.
Volé por los aires
bajo el surco abierto
que deja huella en el
mismo cielo
para buscarte
Hermosa hoja
desprendida

He salido con el sol
de verano
lloviéndome estos
inviernos de
congeladas nostalgias.
Todo es desolación.

A mi paso he visto
diez, cien, mil
caminantes como yo
llevando en sus
alforjas
ilusiones
copiosamente
silenciadas.

Es la nada de los
caminos
El elipsis de los
tiempos.

Busco la flor silvestre
que regué con
lágrimas
encargaré tu fuerza
y mi fuerza
en sus pétalos
para decir que
¡Te he de encontrar!
¡Te encontraré!
Aunque la vida me cueste. ¡Te encontraré!

Amor entre retamas

Sentada en la piedra grande del río
como sirenita encantadora de las cataratas
Me mirabas en silencio
Parecía que adivinabas mi pensamiento
para ratificar el amor que yo sentía por ti.

Cómo no voy a desear tu carita rosada
tus mejillas finísimas cual duraznos brillantes
acariciarlas tiernamente quería en todo momento
hasta tus ojitos chinitos me hacían suspirar de emoción
y las maripositas que divagaban en las riberas
eran testigos cuando por primera vez
sentí la dulzura de tus labios.

En ese día luminoso nuestros corazones eran recíprocos
porque los dos conjugamos nuestros sentimientos
tu aliento y el mío se confundieron en una promesa.

Yo te amé en medio de las retamas aromáticas
Sabíamos que nuestro romance prosperaría
como un nido de las palomas enamoradas
y mirábamos con mucho anhelo el futuro que nos deparaba.

Ahora que transcurrió el tiempo
está latente el perfume de tus besos con olor a las dalias
nuestro tierno amor vibra y retoña en cada suspiro y brillando como las florecillas
cuando en medio de las retamitas te amaba demasiado.

Te amo, rocío resplandeciente

Te callas
 Te enojas
  Te separas
   Te marchas
    Te resistes
     Te muestras indiferente
      Aún así
       Te busco
        Te sigo
         Te imploro
          Te necesito
           Te llamo
            Te tengo
             Te amo,
              rocío resplandeciente.

Cuando te quise                  Te reías todavía
Cuando te amé                   Deseabas otra vez aún
Cuando te besé                   agitabas con prisa
Cuando te acaricié                Suspirabas con más emoción

               Me mirabas con asombro
               Me llamabas con ternura
               Te asomabas con buen deseo
               Para unirnos en un solo sentimiento.

El chirrido del tren

Oigo el chirrido del tren
que viene de lejos
perturbando
mis dulces sueños.
Llevándome al serpenteo
de sus vías accidentadas.

El chirrido se perdió
En la noche oscura.
Solo el canto del río hablador
con sus golpes furiosos
como golpes del alma
vienen presagiando pesares.

Como alaridos del tiempo
oigo los ecos y suspiros
de mi alma atormentada.
Busco zafarme
de estas bridas
que me atan a la nada.

¿Dónde encuentro un amor
para asirme a él?

¿Quién soy?

En el fulgor de la luz busco mi sombra,
al verme tiemblo,
y en silencio escucho
tu corazón.

En las barbas del sol
se queman mis sueños.
Cenizas de colores del firmamento
me cubren hasta llegar la noche.

La fuerza de las montañas
sin piedad me abandonan.
Con lágrimas saladas
lavo mis efímeros rastros.

Danzando con gozo infinito
te espero.

Ya sabes ahora
¿quién soy?