Diáspora Quechua

El sueño del migrante

El extranjero te permite ser tú mismo al hacer de ti un extranjero.
Edmond Jabès

Migrar hacia un pueblo desconocido
es sostenerse de otra lengua
nacer de nuevo y balbucear.
Es aferrarse, aún más, a tu lengua primordial
a la pequeña patria que en ti palpita.

“Cuando la noche obnubila mi razón
todo se enreda
como si yo fuera tú
como si tú fueras yo.”

Luego con tus manos sirvo
y con mis manos recibes.
Una sola tristeza un único sonrojo una sola persona.
Entonces nos entregamos al canto:
“Oh vida, vida mía
Oh suerte, suerte mía…
Como el vasito de cristal
una sola vida…
Como el vasito de cristal
una sola suerte…”

Retamita

Retama- retamita,
Florcilla amarilla en la orilla del río,
si tuvieras piecitos te escaparías de la helada,
no dejarías quemar tus lindas flores de retama,
seguirías con tu rostro de manzanita roja.

Retama-retamita,
florcilla amarilla en la orilla de los ríos,
si tus ojos fueran negros, como los míos,
juntas lloraríamos perla tras perla,
«chilinn-chillin» gotearían a la madre tierra,
entonces escucharías nuestros torcazas:
aprenderían a conocer la tristeza de las mujeres,
sabrían como se malgasta las lágrimas de las mujeres.

Retama- retamita,
Retamita del rio cristalino,
Si tuvieras boquita de mujer,
que linduras no desgranaríamos,
nos secreteáramos nuestras vidas de solteras-manzanas,
también te diría quien deshoja nuestras flores,
te señalaría quien marchita nuestras semillas.
Contadas las tristezas,
Secreteada las penas,
Que hermosuras volveríamos a florecer,
embriagaríamos los corazones con aromas de retamas.